Continuamente deseamos capacitarnos y adquirir nuevos conocimientos y herramientas para servir a Dios de la mejor forma. Como iglesia también apuntamos a brindar a nuestros líderes la mejor capacitación para que puedan desarrollar su liderazgo exitosamente.
Es difícil, a veces, reconocer que fallamos en este tema y no por carecer de material teórico para la capacitación, sino por una razón más personal.
La capacitación/entrenamiento del líder de célula no es solamente teoría, información, estudio de la Palabra de Dios, etc. sino la parte más importante, desafiante y comprometedora es la puesta en práctica de lo que se aprende.
Desde poner a Dios en primer lugar en nuestra vida (tener el tiempo de encuentro diario con Dios), poner al prójimo al mismo nivel que uno mismo (dedicar tiempo al otro discipulando, evangelizando, visitando, etc.) hasta seguir permitiendo que Dios moldee nuestra vida en nuestro carácter, familia, trabajo, iglesia; hay muchos aspectos prácticos en los que el líder debe plasmar la capacitación que recibe.
Y lo ideal es que no lo haga solo sino acompañado por otro líder o pastor que le permita compartir estas vivencias participando, equivocándose, recibiendo corrección y ayuda para lograr asimilarlas y adoptarlas como parte de su vida.
Este aspecto fundamental debe ser observado con todo cuidado ya que evita que formemos líderes de nombre pero que en la realidad carecen de la experiencia diaria de vivir estos aspectos constantemente.
Cuando un líder desde el comienzo tiene claro lo que se espera de él, cuenta con la capacitación teórico práctica que necesita y el seguimiento de crecer en moldear su vida de acuerdo a lo que Dios pide, será un líder sano, capaz de realizar la tarea con éxito y con la experiencia personal de crecimiento para guiar el desarrollo de su aprendiz hacia el liderazgo.