Como iglesia hace años trabajamos en iniciar procesos que la Biblia nos enseña para el desarrollo y crecimiento de la iglesia. El proceso implica la enseñanza de los mandatos y valores que Jesús ejemplificó y la puesta en práctica, incorporarlos como parte constante de nuestras vidas. Y sabemos que es difícil que toda la iglesia acompañe y se sume en este trabajo.
Sin embargo año a año vemos hermanos que comprenden, asimilan y empiezan a poner en práctica estos mandamientos: Amar a Dios y al prójimo, Ser testigos, Hacer discípulos, Ir hasta lo último de la tierra con su mensaje.
Esta semana vimos con mucha alegría como un matrimonio (de más de 50 años cada uno) se sumaron a la hermosa tarea de “Hacer discípulos”. Ella comenzó a acompañar a una mujer mayor recién llegada a nuestra iglesia por problemas de adicción en el hijo, buscando a Dios y su ayuda y él se hace cargo del cuidado de un hombre, separado, con muchos problemas familiares, que conoció a Dios y se alejó y hoy vuelve reconociendo que es el único camino.
Este matrimonio durante años no se involucró en esta tarea, siempre con diferentes excusas, se justificaban de no hacerlo. Seguimos orando por ellos con fe para cambiar esta situación y en un tiempo diferente al resto, vemos hoy contestada esa oración. Ellos comprendieron la importancia y la responsabilidad personal de obedecer este mandado, y también la necesidad de las personas de este cuidado.
Como parte del desarrollo de la iglesia Dios sigue trabajando en nuestros corazones y moviéndonos a hacer nuestra parte, porque el “Hacer discípulos” no es para algunos sino para todos lo que somos hijos de Dios.
Una vez más,