Antes que Jesús ordenara el trabajo misionero a sus discípulos «Id por todo el mundo y predicad el evangelio” fue necesario que les diera otro mandamiento que sería clave para el cumplimiento de esa misión.
En los primeros meses de su capacitación les dijo: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35) Los discípulos necesitaban una visión adecuada de la tarea que tenían que realizar.
Jesucristo tenía una clara visión de las necesidades de las multitudes que le rodeaban y la iglesia que lleva su nombre debe tenerla también. Debe identificarse con esa mirada para ver lo que Él ve. De otro manera no podrá cumplir debidamente con la función que Dios le ha asignado en el diagrama de la redención.
Si la juventud y los líderes de iglesias no captan la visión misionera se desperdiciará el tremendo potencial que ésta tiene
y los millares de granos de trigo (de vidas jóvenes) que podrán llevar abundante fruto en los necesitados campos del mundo nunca cumplirán su vocación.
La razón principal por la cual muchos cristianos e iglesias no han obedecido plenamente las órdenes de Cristo de predicar el evangelio hasta los lugares más lejanos de la tierra, es que han descuidado este claro mandamiento “Alzad lo ojos y mirad los campos” pero todavía estamos a tiempo de prestar atención y hacerlo ahora.
Si Dios ha de usarnos (como quería usar a sus primeros discípulos) la visión egoísta que por lo general tenemos de la vida y sus objetivos debe ser cambiada. La visión que Jesús impartió a sus discípulos les transformó la vida.
Escuchemos nosotros también estas palabras «Alzad vuestros ojos… y mirad» y empecemos a obedecerlas para realizar el trabajo misionero que Él espera de cada discípulo y de cada iglesia.