O haced el árbol bueno y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. Mateo 12.33
El reino de Dios.
Usted y yo deseamos ver el reino de Dios crecer. Los resultados (frutos) que obtenemos como iglesia son una consecuencia natural del carácter de la semilla que estamos sembrando.
Trabajar como iglesia enfocados en eventos y programas no traerá crecimiento en el reino de Dios hasta que nos animemos a llegar a cuestionar las raíces de nuestro trabajo.
Cuestionarnos a nosotros mismos, nuestros valores, nuestros modelos y nuestros propósitos es el punto de partida para iniciar un camino directo hacia el crecimiento de nuestras iglesias.
Jesús declara que solo un árbol bueno podrá generar frutos buenos. Jesús utilizó la figura del árbol para ilustrar el reino de Dios (Mateo 13.31-32). En esta figura Identificamos tres elementos básicos. La copa con sus frutos (resultados), el tronco (como canal de la savia), y las raíces (como fundamento).
El reino de Dios fue pensado para crecer y reproducirse como un árbol. Meditemos en aquellos elementos del árbol que son decisivos para una vida sana y creciente, llevando estas conclusiones a aplicaciones prácticas para nuestras iglesias, herramienta elegida por Dios para que su reino se extienda.
Mientras generalmente mantenemos nuestra mirada en la copa del árbol o sea en el fruto (los resultados) y en ocasiones bajamos a revisar el tronco (el canal), muy pocas veces nos animamos a revisar las raíces.
Generalmente nuestra mirada esta puesta en el crecimiento en calidad y cantidad, en la reproducción de miembros e iglesias como consecuencia lógica de la vida y el envío de misioneros como el alcance final de lo que Jesús nos encomendó hacer (Hechos 1.8)
Aquí es donde proponemos iniciar un recorrido inverso al mirar a la iglesia, debido a que nuestro enfoque en “los frutos” y la búsqueda de ellos por diferentes medios no nos han dado el resultado que esperábamos. Juntos nos proponemos en este mes dejar que la palabra de Dios nos muestre como nosotros podemos involucrarnos de una manera activa y sana en el crecimiento que Dios quiere dar a su reino.
Oración: Señor, ayúdame a tener un corazón abierto a tu palabra para que con la ayuda de tu Espíritu Santo pueda comprender las formas que tu has diseñado para que colabore con el crecimiento de tu reino.