Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. Hechos 9.31
Nuestra misión.
Hay algunas ideas que pueden ayudarnos a intentar trabajar de acuerdo a la misión que Jesús nos encomendó. La Misión fue realizada. La iglesia primitiva (ver el libro de Hechos) concretó en su tiempo la misión. En ocasiones trabajó intencionalmente (Hechos 3); en otras Dios la tuvo mover (Hechos 8).
Todos sabemos que los resultados fueron asombrosos. La Misión es posible. Muchas iglesias (pequeñas y grandes) están demostrando en el presente que Dios ha dado a la iglesia el potencial necesario para realizar esta misión. El ha levantando iglesias que sirven de ejemplo; crecen localmente, plantan iglesias, sostienen y envían misioneros “hasta lo último de la Tierra”.
El equilibrio consiste en incluir, en la medida de nuestra realidad, aquellos aspectos de la misión que Jesús nos encargó (Obra local, plantar Iglesias y Enviar misioneros).
Cuando estos aspectos (en obediencia a Jesús) están incluidos, más allá del grado de aporte que hagamos, comenzaremos a descubrir que Hechos 1.8, es posible y real hoy en nuestras iglesias.
La Misión es simultánea. En nuestro barrio nuestro testimonio (ser testigos) debe ser claro y creciente. Las células en hogares son la herramienta adecuada para relacionarnos con cada vecino y a través del evangelismo personal alcanzarlos para Cristo. Los medios que utilizaremos para conservar los resultados son el discipulado personal y el cuidado de «unos a otros» en grupos pequeños.
En los barrios a nuestro alrededor: Nuestro testimonio naturalmente irá alcanzando personas fuera de los límites de nuestra zona, en barrios donde no hay una iglesia cristiana. Este proceder está dentro del plan natural que Jesús ideó para extender su obra. Tal vez lo que nos falta es reconocer que éste es un medio por el cual Dios permite que su obra penetre en otros sectores, debemos asumir nuestra responsabilidad por conservar esos resultados e invertir líderes de célula que se muevan a iniciar células en esos nuevos lugares hasta formar grupos base de 20 o 30 adultos y plantar iglesias locales.
Hasta lo último de la tierra: Muchas iglesias se están sumando día a día al mandato de Jesús de «Ir hasta lo último de la tierra». El argumento de que ésta etapa es nuestra responsabilidad recién cuando hayamos completado las anteriores es un engaño de Satanás para mantener al mayor porcentaje de iglesias de nuestro país con la mirada puesta en su propio ombligo.
Cualquier iglesia que se desafíe a si misma a obedecer a Jesús y hacer realidad esta tercera etapa descubrirá que Dios es fiel a aquellos que son fieles a la Misión Global que Jesucristo estableció.