Cambios de fondo.
De reuniones a relaciones. El primer cambio radical consiste en pasar de pensar en nuestras reuniones de iglesia a pensar en nuestras relaciones con las personas. Empezar a utilizar nuestro tiempo y recursos en la construcción de relaciones firmes con personas es el primer paso. Justamente uno de los mayores obstáculos a la evangelización de nuestros conocidos y vecinos ha sido la falta de tiempo que tenemos para dedicarle a ellos, aun cuando está comprobado que el 80 % de las personas que se integran a una iglesia lo hacen a través del lazo afectivo de los amigos. Debemos relacionarnos con las personas y armar puentes que permitan en algún momento presentarles al evangelio o invitarlos a una célula.
De los eventos a los procesos. Aquí el cambio radica en la continuidad de las acciones por las personas a quienes queremos afectar. Incorporar la regularidad en nuestras tareas de evangelismo y discipulado personal es el mayor desafío para una iglesia que las ha relegado a programas y eventos. Solamente la seriedad que indica la constancia pueden acercarnos a un cambio significativo que redunde en resultados nuevos y perdurables para la iglesia.
De los programas a las personas. La organización de programas que den solución a las necesidades de las personas nos ha llevado a poner los programas en primer lugar y relegar a las personas al segundo. La diferencia fundamental es que la estructura de grupo que debemos intentar armar se construirá alrededor de las personas y relaciones, no de los programas.
¿Esta forma de trabajar de crear un programa tras otro y usarlo como medio para llegar a las personas, ha dado crecimiento a la iglesia? Usted dirá ¿y que otra cosa hacer? Lo que Jesús hacía, ir directamente al encuentro de las personas. Cuando el envió a sus discípulos fue para que ellos vayan directamente al encuentro de las personas, cuando la primera iglesia gano la calle (Hechos 5.42) el persona a persona impactó la sociedad, cuando Pablo inició su ministerio el iba al encuentro de la gente. Ninguno de ellos perdió el enfoque ni el propósito para el cual había sido llamado.