Crecer es una idea de Dios.
Su palabra dice claramente que «Dios da el crecimiento» (1ra Corintios 3.6)
Lo que muchos nos preguntamos seguido es si Dios lo da ¿por qué no lo vemos?
Nosotros nos hemos acostumbrado a ver crecer nuestros hijos, nuestras plantas y nuestros animales, pero no estamos acostumbrados a ver crecer nuestras iglesias.
En todos nosotros está impresa la idea de que «no crecer es anormal».
Tengo que asumir que tratar otros temas (cristianos e importantes) durante mucho tiempo me ha servido para dejar a un costado el hecho anormal de que la iglesia no crezca.
Solo desde mi óptica personal creo que a ningún líder le hace cosquillas saber que el grupo que le toca atender está estancado.
Justamente solucionar los problemas (y nosotros los tenemos de todas las formas en el tema crecimiento) implica la capacidad de poder mirarnos honestamente con dos actitudes fundamentales:
– Poder reconocer nuestros errores (Aunque uno los siga cometiendo)
– Tener coraje para cambiar.
Lanzarnos al trabajo de hacer nuestra parte en el crecimiento que solo Dios dará con estas dos actitudes nos liberan de muchas ataduras.
Siempre les repetimos a nuestros líderes que una de sus actitudes fundamentales es «poder reconocer rápido los errores»
Un líder que no puede reconocer cuando se equivoca quedará estancado en su postura y lo que es peor: en su trabajo.
La experiencia ya nos ha enseñado que podemos tener líderes sin ver crecimiento durante mas de un año simplemente por no querer reconocer que hay cosas que está haciendo mal.
Ojo, esto no es un pecado, equivocarse es una parte del trabajo cuando uno intenta hacer algo, generalmente el que no se equivoca es porque no hace nada.
Atada a esta actitud debe venir la capacidad de cambiar, de realizar otra tarea, de darle valor a otras cosas, de poder sacrificar el «programa bendito» que la iglesia tiene hace 40 años (aunque no haya dado fruto) e iniciar, intentar, probar y hasta crear formas nuevas que nos permitan ver nuestras iglesias crecer.
Existen tres llaves simples que nos abren nuevas perspectivas
Cuando queremos ajustar la parte que nos toca a los hombres en el trabajo de Dios.
Si usted es de los que está por animarse a cambiar para ver su iglesia crecer le comparto tres ideas que nos han ayudado a crecer en los últimos años.
LLAVE 1: TENER UNA META CLARA.
Defina de forma clara y medible la meta de crecimiento a alcanzar por su Iglesia en el próximo trimestre.
Lo primero que necesita un chico, un joven, un adulto y una iglesia para poder lograr algo es que le digan claramente lo que debe lograr.
Justamente la primera función de un líder es indicar «hacia dónde vamos».
Si su iglesia no sabe qué es lo que quiere lograr durante el próximo trimestre ¿Cómo lo va a lograr?
Ya sé, no se crea que soy tan ingenuo, usted ya estará poniendo este artículo con todos los que le gustan los números, las estadísticas, etc.
Seguro que alguien está pensando que lo suyo va más allá de los números y que está interesado en lo espiritual o en el crecimiento en la calidad de su iglesia.
No me detendré en este artículo sobre este punto, no porque no sea importante sino porque es claramente una trampa o una excusa para no crecer en todos los aspectos.
Tome sólo unos segundos para pensar en estos ejemplos: Noé, Moisés, Josué, Nehemías, y Pablo, en relación a esta pregunta.
¿Tenían estos hombres de Dios metas claras y medibles?
La respuesta es SI.
Para Noé era construir un arca, para Moisés sacar el pueblo de Egipto, para Josué conquistar la tierra prometida, para Nehemías construir el muro y para Pablo Plantar Iglesias en lugares estratégicos.
¿Cuál es la meta clara y medible de su Iglesia para el próximo trimestre?
Hasta Jesús fue una persona con Metas claras.
En Marcos 10.45 Él dice que vino para «dar su vida en rescate por muchos» y en Lucas 19.10 define aún mas su meta principal al declarar «Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido».
Nuestras iglesias necesitan saber que están intentando alcanzar.
A veces los pastores nos quejamos de que los miembros no mueven un solo pie, pero tengamos en cuenta que los que si quieren trabajar no pueden iniciar la marcha hasta que nosotros indiquemos claramente adónde vamos.
PREGUNTA ¿Cuál es la meta clara y medible de su Iglesia para el próximo trimestre?
LLAVE 2: ACCIONAR
Realizar la secuencia de acciones que nos corresponden para lograr la meta propuesta.
Hay una distancia entre el lugar donde está tu iglesia hoy y la meta que has escrito.
Para ver tu iglesia crecer y las metas puedan ser alcanzadas debes rellenar ese espacio con acciones.
El primer paso claro para tus miembros será Definir cuáles son las acciones que los llevarán a alcanzar las metas.
La parábola de la oveja perdida nos muestra una buena definición de una acción efectiva: «Va tras la que se perdió hasta encontrarla”. (Lucas 15.4)
o yendo al ejemplo de Jesús y su meta en esta tierra, él dice en Juan 12.27 «Para esto he llegado a esta hora».
Jesús se da cuenta que, si bien la meta era buena, ahora ha llegado la hora de realizar las acciones concretas correspondientes para que esa meta sea cumplida.
Pablo también hace mención a este tema cuando dice » el labrador para participar de los frutos, debe trabajar primero» (2da Timoteo 2.6)
En este punto a muchos de nosotros se nos queman las naves, porque una cosa es planificar y colocar metas y otra muy distinta realizar el trabajo necesario para que esas metas se logren.
Si ya tienes la meta para tu iglesia y has definido con tus miembros cuales son las acciones que hacen la diferencia para alcanzarla la pregunta que te ayudará en el trimestre es ésta:
PREGUNTA ¿Está su iglesia realizando las acciones necesarias para alcanzar tus metas?
LLAVE 3: EVALUAR
Revisar semanalmente el avance para corregir a tiempo las acciones a fin de alcanzar la meta propuesta.
Evaluar directamente es una acción que no está incorporada en muchas iglesias.
La falta de evaluación es una de las razones por la cual las iglesias no crecen, ya que donde no hay evaluación no existe la corrección para alcanzar un objetivo.
Cuanto más efectivo se quiera ser en un trabajo, mas regularmente deberá ser evaluado.
En nuestros dos primeros años de trabajo nosotros hicimos una evaluación anual del trabajo de la iglesia.
Fue un error.
Actualmente hacemos evaluaciones semanales en el entrenamiento de líderes para ver si estamos concretando las acciones que nos llevarán a alcanzar las metas.
También una evaluación trimestral como iglesia donde cada miembro y cada célula está involucrado directamente con el logro que se intenta alcanzar trimestralmente.
Cada célula sabe claramente si ha alcanzado sus metas como célula.
Las metas como Iglesia son la suma de las metas de cada célula, esto nos permite detectar los grupos estancados y ayudarles a mejorar su trabajo para el Señor.
En Lucas 13.6-9 hay una parábola que nos da una idea un tanto dura de una evaluación: «Si da fruto, bien; y si no córtala».
Lo que no podemos negar es que las cosas espirituales no pasan solo por la fidelidad y la calidad sino también por los resultados.
El fruto es el resultado de un trabajo realizado por el hombre (sembrar, regar, etc.) donde Dios provee lo que solo Él puede dar: crecimiento.
PREGUNTA ¿Necesita corregir las acciones de su Iglesia a fin de alcanzar las metas propuestas?
Les dejo resaltadas algunas frases de Pablo que nos ayudan para iniciar un proceso de trabajo que concluya en crecimiento:
(El pasaje se refiere a metas espirituales personales de Pablo, pero permite extraer principios sobre la concreción de una meta específica)
«No creo haber conseguido ya la meta ni me considero un «perfecto», sino que prosigo mi carrera hasta conquistar, puesto que ya he sido conquistado por Cristo.
No, hermanos, yo no me creo todavía calificado, pero para mí ahora sólo vale lo que está adelante, y olvidando lo que dejé atrás, corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la vocación celestial, quiero decir, de la llamada de Dios en Cristo Jesús.
Todos nosotros, si somos de los «perfectos», tenemos que pensar así; y si no ven todavía las cosas en esta forma, Dios los iluminará.
Mientras tanto, sepamos conservar lo que hemos conquistado” (Filipense 3.12-16- Versión BL)
Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert
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