“Descubrimos que TODO EL TIEMPO nuestra verdadera misión ha sido proclamar el evangelio del Señor crucificado y resucitado, Jesucristo»
Ese reconocimiento de Kenneth Grubb cercano al año 1920 es uno de los aspectos que abre una ventana de esperanza para todos los que soñamos y trabajamos por ver a nuestras iglesias desarrollarse hacia un sano y vigoroso crecimiento.
Este reconocimiento responde a las agudas palabras de Roland Allen, quien en su Libro «La expansión espontánea de la iglesia» (1) describe los motivos que han detenido la expansión natural del cuerpo de Cristo.
Tal vez la razón de más peso para entender la diferente naturaleza de nuestras iglesias tiene su centro en la concepción que tenemos de cual es «la misión» que se nos ha encargado.
La idea de cuál es «la misión» afecta cada rincón de la iglesia de Cristo
El cristiano común determinará su estilo de vida de acuerdo a la idea que él tenga de «cuál es su misión en la tierra».
Cada grupo de la iglesia (células u otros) decidirán sus acciones de acuerdo a la imagen que tengan de «la misión».
Las comisiones y actividades utilizarán recursos y tomarán decisiones teniendo en cuenta «la importancia de la misión».
La iglesia entera se va a dirigir consciente o inconscientemente a colocar todas sus fuerzas, recursos humanos y materiales, tiempo, etc. en aquello que su gente sienta, palpe y crea que es «la misión» que Jesús nos dejó.
Una de las tristezas más grandes de la Obra es ver como uno tras otro la mayoría de nuestros intentos comienzan como MEDIOS para cumplir la misión, pero terminan siendo FINES que absorben nuestras fuerzas, recursos materiales y humanos y tiempo.
Sin darnos cuenta algunos, y otros por conveniencia, podemos terminar haciendo de aquello que era un medio, un fin.
La conclusión para muchos de nuestros emprendimientos es que una vez más «la misión» que Jesús nos encomendara ha quedado a un costado.
Algunos ejemplos (simples y complejos) bajan a mi cabeza:
El miembro común que mejor evangeliza personalmente en la iglesia y gana personas para Cristo por mes es un MEDIO eficaz para cumplir «la misión»
Entonces se lo coloca como Director de evangelismo de la iglesia y pasa a usar su tiempo en reuniones, tareas administrativas, organizar campañas, etc.
Su trabajo ahora no es un MEDIO, es un FIN en sí mismo.
Tan atareado está con todas sus nuevas responsabilidades que ya no gana personas para Cristo cada mes.
Sin darse cuenta este miembro ha puesto «la misión de Jesús» a un costado.
La célula que se abre con el propósito de compartir el evangelio al perdido es un MEDIO eficaz para cumplir «la misión»
Pero la comunión es tan linda, nos hace sentir tan bien, estamos tan cómodos unos con otros, que la célula se vuelve un FIN, sentimos que así estamos bien.
Tan bien están que pasan los meses sin que ningún perdido conozca a Cristo.
Sin darse cuenta los miembros de la célula han puesto «la misión de Jesús» a un costado.
La iglesia comienza a utilizar diversos MEDIOS (mucha música, diversas formas de adorar, servicios comunitarios, actividades recreativas, eventos, nuevas enseñanzas, etc.) como parte de su vida a fin de acercar al perdido a la salvación eterna.
Pero en un sutil pero firme movimiento comienza a colocar estos MEDIOS como FINES PROPIOS de sus congregaciones.
Cuando uno pregunta si esos MEDIOS están (después de una evaluación) ayudando a cumplir «la misión» se descubre que no hay evaluación y en muchos casos no se alcanza al perdido.
Pero «misteriosamente» estos MEDIOS han pasado a ocupar gran parte de la vida, los recursos, el tiempo y las fuerzas de los miembros de la iglesia.
Es más, hasta algunos ven como «fuera de moda» a aquellos que no aceptan estos nuevos medios.
A ellos con todo amor quiero decirles que la moda de Jesús era «BUSCAR Y SALVAR AL PERDIDO» (Lucas 19.10) y «HACER DISCÍPULOS» (Mateo 28.18-20).
El único que está fuera de moda es el que no está viviendo estos valores diariamente.
Sin darse cuenta la iglesia ha puesto «la misión de Jesús» a un costado
El ministerio paraeclesiástico que se inicia como un MEDIO para realizar un aporte a «la misión» y que después de varios años se encuentra gastando la mayoría de su tiempo, energía y recursos en mantener (económicamente) ese ministerio porque en muchos casos se ha vuelto NUESTRO SOSTÉN.
Ha transformado el MEDIO en un FIN.
Sin darse cuenta el ministerio paraeclesiástico ha puesto «la misión de Jesús» a un costado.
Podríamos seguir viendo como organizaciones, eventos, edificios, etc. se han vuelto FINES EN SI MISMOS y han dejado de ser MEDIOS para cumplir «la misión».
Damos gracias a Dios por todos los miembros, células, iglesias y ministerios paraeclesiásticos que se mantienen siendo MEDIOS para cumplir «la misión».
Ante ellos debemos sacarnos el sombrero ya que son los que se mantienen fieles a lo que Jesús nos ordenó hacer.
Tal vez sea por este grave peligro que Jesús mismo les repetía a sus seguidores (creo que también se lo repetía a él mismo como líder) cual era «la misión».
Ya sabemos que uno de los motivos más comunes que han llevado a la Iglesia a fallar es «Confundir los objetivos».
Lo que quiere decir que confundimos «la misión”, «el motivo por el cual estamos aquí», «el propósito por el cual Dios nos mantiene en la tierra», «la razón por la cual Jesús sufrió la cruz».
Un líder debe recordar continuamente cual es «la misión» del grupo que lidera.
De lo contrario sin darse cuenta y hasta con buena intención puede estar tergiversando la verdad que proclama, confundiendo a sus seguidores y guiando a sus grupos a cambiar sus prioridades y objetivos.
Debemos como Jesús repetir y repetirnos a nosotros mismos «Porque para esto he venido» Marcos 1.38
Mas de 10 veces Jesús declaró cual era «su misión» aquí en la tierra.
La claridad para comprender cuál era «la misión» le sirvió para construir la iglesia mas grande del mundo.
Si nosotros queremos continuar edificando su iglesia deberemos:
1) Empaparnos de su claridad.
2) Poner EN SU LUGAR a aquello que ha usurpado en nuestra vida, nuestra célula o nuestra iglesia el lugar de «la misión».
3) Vivir «la misión» a diario en nuestra vida, nuestra célula y nuestra iglesia.
Si así seguimos el ejemplo de Jesús seguramente se cumplirán en nuestras vidas, en nuestras células y en nuestras iglesias las palabras que él nos dejó.
«El que en mi cree, las obras que yo hago él las hará también; y aún mayores que estas hará» Juan 14.12
Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert
Notas: (1) Roland Allen, La Expansión espontánea de la iglesia, La Aurora, Buenos Aires, 1970
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