En su libro «Viva la vida» el doctor Ron Jenson cuenta de la reunión realizada en el año 1923 entre los nueve hombres más ricos del mundo.
Ellos habían acumulado para sí mismos toda su vida, sin mirar a los demás.
Alguien podría pensar que fueron felices, sin embargo 25 años después las vidas de ellos dejaron los siguientes resultados:
Charles Schwab fue a la quiebra.
Samuel Insull murió pobre y fugitivo de la justicia.
Howard Hpson se volvió loco.
Arthur Cutten se declaró insolvente y huyó al extranjero.
Richard Whitney pasó los últimos 20 años en prisión.
Albert Fall fue indultado de ir a prisión y falleció en su casa, quebrado.
Jesse Livermore se suicidó.
Iván Krueger se suicidó.
León Frase se suicidó.
Me cuesta encontrar un ejemplo más claro que demuestre que el egoísmo no nos conduce a nada bueno.
El egoísmo no satisface, no da sentido a la vida, no cumple con lo que nos promete.
Cuando una vida no alcanza el sentido o propósito que podría lograr, uno de los aspectos a revisar es el de las actitudes, ya que ellas generan resultados en las vidas.
Cuando la iglesia no alcanza su propósito en la tierra uno de los primeros pasos es revisar la actitud que desarrolla especialmente ante aquellos temas que Jesús nos dejó en claro.
Dentro de las palabras claras (no hay mucho para interpretar y si hay mucho para obedecer) que Jesús nos dejó se encuentra el pasaje que nos ocupa (Hechos 1.8)
¿Cuánto de la realidad de nuestras iglesias se deberá al hecho de que no tenemos en cuenta realizar una Misión Global de acuerdo a la estrategia que Jesús nos mandó?
Es escalofriante que se estime que de cada 1000 iglesias sólo 100 (o 200 con yapa) se encuentren involucradas actualmente en la tarea que Jesús indicó en Hechos 1.8
¿Cuánto tiempo postergarán este 80 % de iglesias la obediencia a una directiva tan clara?
¿Cómo justifican años (¿o décadas?) de mirar sólo «su Jerusalén» y jamás levantar la vista, mover los pies, accionar las manos y sacudir los bolsillos por lo que está mas allá de ellos?
No estoy ni para limpiarle el zapato a un teólogo, pero creo entender la interpretación de:
1) «a toda criatura» (Marcos 16.5)
2) «Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1.8)
3) «a todas las naciones» (Mateo 28.20)
y paro acá para no ser denso.
Queriendo salvar nuestras iglesias poniendo todo nuestro tiempo, todos nuestros recursos, toda nuestra energía y todo el enfoque en nosotros mismos nos encontramos con un gran porcentaje de iglesias «sobreviviendo» hace años sin ver crecimiento, extensión, propósito, sentido.
La iglesia no se ha dado cuenta de que, en medio de todos sus ministerios, canciones, comunión, eventos y otras yerbas se le infiltró como un veneno el egoísmo para dejar afuera justamente a aquellos objetivos que Jesús nos marcó con claridad en Hechos 1.8.
En mi opinión nadie lo expresa mejor que Roland Allen en su libro
«La expansión espontánea de la iglesia»
Él dice: «Esto no debe sorprendernos, porque estamos familiarizados con el hecho de que es posible que iglesias cristianas estén altamente organizadas y equipadas y sin embargo no entiendan en absoluto la necesidad (y responsabilidad) de llevar el evangelio a la gente que las rodea (o sea hasta donde Jesús nos dijo).
La historia está llena de ejemplos y advertencias.
Algunas iglesias perecieron totalmente, otras sobreviven y otras (a fin de acomodarse a Hechos 1.8) degeneraron en su fe y sus prácticas.
«El que quiera salvar su vida la perderá».
Este peligro le pisa los talones a las iglesias que en su práctica elevan el trabajo en su barrio a un primer plano y tratan a la obra de evangelización y expansión (Judea, Samaria y hasta lo último) como algo que debe seguir a continuación (en otra etapa posterior)»
En este mismo momento el 100 % de las iglesias de nuestro país están separando dinero para algún proyecto o gasto que apunta a realizar mejor la Obra en su propio barrio.
En este mismo momento el 80 % de las iglesias de nuestro país están (consciente o inconscientemente, con palabras o sin palabras, algunas defendiendo su posición y otras siendo indiferentes) excluyendo de sus planes (y de su presupuesto) a las palabras del Señor Jesús.
Me despido reflexionando en aquella parábola donde el dueño le quita al mayordomo lo que le había dado para entregárselo a otro que hizo un uso correcto de lo que Dios le delegó.
Siempre me pareció dura la frase «al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará y al que tiene (porque usó correctamente lo que el dueño le dio) se le dará» (Lucas 19.26)
Desde mi punto de vista humano no me gusta mucho esta frase, pero la considero justa desde el punto de vista del dueño.
Creo que ningún dueño (ni siquiera Dios) sigue delegando sus recursos en mayordomos que hacen un mal uso de ellos.
El dueño nos ha dado todos los recursos para realizar una misión global de acuerdo a Hechos 1.8
Queda en nosotros animarnos a utilizar lo que Él nos ha dado como Él quiere.
Recién ahí descubriremos el verdadero propósito de la iglesia de Cristo tal cual Jesús lo soñó.
¿Se animará la iglesia a cambiar?
Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.
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