Hablemos de la familia y pensemos en lo que puede arruinarlas por causa de nuestra necedad, y en lo que las puede fortalecerlas por medio de la sabiduría.
Seis necedades que pueden arruinar la familia
1. Faltarle el respeto a tu cónyuge.
Esto resulta más eficaz si se lo hace en público.
Comentarios, chistes de dudoso gusto y observaciones acerca de su apariencia también sirven.
2. Despreocuparse de la vida espiritual de la familia.
Después de todo cada uno es responsable delante de Dios.
No ayudes ni preguntes.
3. No pongas límites ni pautas.
Si los colocas, no lo sostengas en el tiempo y por sobre todo deja que cada uno se conduzca como quiera.
4. Contentate pensando que tu responsabilidad como padre/madre se reduce en llevar alimento a tu casa y pagar los estudios de tus hijos.
5. Hace siempre lo opuesto a lo que decís.
Olvidate que tenés dos pares de ojos y dos oídos por cada integrante de la familia.
Para bien o mal ellos te observan y aprenden.
6. Desentendete de la economía y la buena administración.
Ocupate en gastar, y sobre todo comprá todo a crédito.
Tu futuro será incierto pero quién te quita el placer de lo que tienes en posesión.
Seis acciones sabias para tener una familia mejor
1. Reconozcamos y valoremos a cada integrante
Busquemos maneras de estimularnos y apreciarnos.
Expresémoslo en palabras y acciones.
Amemos con palabras, y más allá de las palabras.
2. Pasemos tiempo juntos.
Es el regalo más precioso que podemos darle a nuestra familia.
Ordenemos los horarios y hagamos de esto una prioridad.
¡Qué nos encante pasar tiempo con la familia!
3. Escuchémonos mejor.
Necesitamos tener una buena comunicación.
No es solo cuestión de hablar sino de escuchar y de responder.
4. Manejemos los conflictos de manera saludable.
Los conflictos, desacuerdos y aún las crisis son parte de la vida familiar en uno u otro momento.
El tema está en tratarlos con sabiduría y amor.
¿Cómo vamos con el enojo?
5. Desarrollemos la vida espiritual.
La familia necesita tiempo en la Palabra, la oración y en compartir su fe.
Esto no debe quedar relegado a un día determinado.
Pero también es importante asistir juntos a la iglesia y servir a Dios en lo que él tiene para nosotros.
6. Afirmemos nuestra pertenencia.
Ser parte de una familia como la que tenemos es lo mejor que nos ha sucedido.
Mantengamos nuestro compromiso el uno por el otro y disfrutemos del verdadero privilegio de pertenecer.
Una palabra de aliento:
Dios no busca familias perfectas pero él quiere ayudarnos para que tengamos familias sanas.
Familias que sean de bendición para sus integrantes y para los demás, familias que se proyecten al mundo.
Daniel Bianchi
En colaboracion con el Ministerio Crecer.