Uno de los deportes tradicionales de Alaska es la tala de árboles. Un joven que quería convertirse en un gran leñador oyó hablar del hombre que mejor manejaba el hacha en toda la región y decidió ir a su encuentro. «Quiero ser su discípulo. Quiero aprender a cortar árboles como usted». El joven aprendió las lecciones del Maestro y después de algún tiempo creyó haberlo superado. Se sentía más fuerte y más ágil y, por ser más joven estaba seguro de vencer fácilmente al viejo leñador. Así, lo desafió en una competencia de ocho horas para saber cuál de los dos podía cortar más árboles.
El Maestro aceptó el desafío y el joven leñador comenzó a cortar los árboles con entusiasmo y vigor. Entre árbol y árbol, miraba a su Maestro pero la mayor parte de las veces lo veía sentado. El joven volvía entonces a sus árboles seguro de vencer y sintiendo pena por su viejo Maestro. Al caer el día, para sorpresa del joven, el viejo había cortado muchos más árboles que él. -¿Cómo puede ser? – se sorprendió. Casi todas las veces que lo miré, usted estaba descansando!.
-No, hijo mío. Yo no descansaba. Estaba afilando mi hacha.
Soy de los que cree que la entrega al trabajo honesto es uno de los puntos fuertes de nuestro liderazgo cristiano. Pero también soy de los que cree que la falta de capacitación es uno de los puntos flojos de nuestro liderazgo. No tiene merito el seguir transpirando mientras le pegamos al árbol con un hacha desafilada. Nuestra vida es el instrumento de Dios. Pablo le decía a su discípulo Timoteo que si el estaba limpio y en condiciones seria instrumento para honra, santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra.
Afilar el hacha significa afilar nuestra vida, capacitarnos en forma continua, sobre diversos temas, no solo biblia sino también todo aquello que culturalmente ha cambiado y que necesitamos conocer de nuevo porque si no podemos adaptarnos a lo nuevo no podremos comunicar eficazmente.
Algunos de los mejores elementos para afilar tu vida son las personas, los libros y las capacitaciones, en ese orden.
El mejor elemento son las personas. Consejeros, mentores, maestros. Ellos pueden afilar tu vida desde la experiencia, guiarte, hablarte específicamente, alentarte, despertarte de un grito cuando haga falta, desafiarte a más cuando te pongas cómodo. Nada mejor que ser acompañado por alguien de confianza que desea verte crecer.
Los libros y la información buena de internet pueden ampliar tu horizonte hacia muchos aspectos de tu vida que deben mejorar como la administración de tu tiempo, las actitudes, la forma de comunicarte, etc.
Las capacitaciones son como piezas de un rompecabezas que se van encastrando hasta formar el cuadro completo. Afilar el hacha requiere dedicación de tiempo como lo hizo aquel anciano pero mejora las posibilidades de alcanzar aquello que soñamos y por lo cual trabajamos día a día.
Toma tu tiempo para afilar el hacha, busca un mentor, separa tiempo para aprender y estudiar, capacítate en los areas donde estas flojo y veras la diferencia. Si Dios va a usarte te necesita limpio y afilado. «Si alguno se limpia, será instrumento».
Tito Robert
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