¿Cuál es la primera sensación que viene a su mente cuando escucha la palabra evaluación? ¿Es una sensación negativa? ¿Es una sensación no agradable? Si no es así, usted tiene muchas probabilidades de crecer en todos los aspectos. Una de las características de personas, instituciones e iglesias (No confunda institución con iglesia, es fatal) que no crecen es que no se evalúan regularmente para determinar sus avances. Uno de los cambios de mentalidad necesarios para poder crecer es comenzar a ver la evaluación como algo positivo para la iglesia. El ejemplo conocido por todos y que se aplica de manera «casi exacta» es la famosa visita al médico. Ir al médico puede traernos buenas o malas noticias, cada uno de nosotros tiene su propia política en cuanto a este asunto. Hay quienes van seguido y viven pendientes de su salud a tal punto que se enfocan en ella sin darse cuenta que es un medio y no un fin. Están los otros que dicen que es mejor no ir porque uno se entera de «que esta mal» y aducen que es mejor vivir sin enterarse. Una vez más la palabra apropiada para encarar el 99% de nuestros problemas es: EQUILIBRIO. Los peligros de ambos extremos son igualmente graves. Un extremo es vivir evaluándose y preocupándose diariamente por nuestra salud. Esto no es sano ya que consciente o inconscientemente nos volvemos ansiosos y pasamos a depender de la evaluación para vivir tranquilos y ésta es una posición enferma. El otro extremo es no evaluarse nunca, estos son los fanáticos del «ojos que no ven, corazón que no siente», adeptos que creen que no evaluar nunca nada los libra de preocuparse. El grave peligro en este extremo es que estas personas o iglesias no pueden detectar enfermedades que localizadas «a tiempo» pueden ser tratadas. La realidad nos indica que muchas personas e iglesias han sufrido enfermedades terminales que podrían haberse tratado si tan solo hubieran dado valor a una evaluación. Cuando digo que la aplicación de la visita al doctor es «casi exacta» me refiero a que cuando miramos la iglesia la ilustración se queda corta ya que cada pastor puede decidir que hacer con su salud personal pero no está habilitado a decidir que hacer con la salud de la iglesia que lidera. La evaluación es un arma poderosa para mejorar su iglesia. La primera actividad en nuestras reuniones administrativas es darle la oportunidad a cada miembro de entregarnos anotado en un papel las tres aspectos más positivos y más negativos que ve en la Iglesia. Esta es una manera simple de que usted como pastor deje que la iglesia se evalúe a si misma y se corrija a si misma. Este simple acto le transmite a todos los miembros varias sensaciones: Ellos son parte responsable de evaluar la iglesia. Ellos sentirán estirarse las fibras de su compromiso, porque en cada cosa que escriban estarán de alguna manera exponiéndose personalmente. Ellos descubrirán que las mejoras dependen generalmente de ellos mismos. Esto es solo un ejemplo de evaluación. Usted puede ir buscando cada vez mejores formas de evaluar su iglesia a fin de asegurar su salud. Nosotros actualmente realizamos evaluaciones regulares a nivel líderes de célula, a nivel de pastores y también utilizamos evaluaciones de personas que no sean de nuestra Iglesia. (Esto es sumamente rico) ¿Por qué algunas personas o iglesias no se dejan evaluar? Existen mucha razones, pero creo que la más profunda es que la evaluación nos marca nuestros errores. Como primer reacción no nos gusta que nos marquen errores, como segunda reacción el reconocimiento de nuestros errores nos debería llevar a cambiar y muchos no tienen deseos de cambiar la forma en que hacen las cosas. Una de las razones más profundas por las cuales las iglesias no crecen es que no desean evaluarse a si mismas. Personas e iglesias que no se dejan evaluar encierran actitudes serias y profundas como corazones temerosos, mantener tapados sus errores, sostener formas que no han traído fruto, deseos de dominio (el que no busca dominar a la gente no tiene problemas en ser evaluado) y lo que tal vez sea mortífero para la iglesia, «creer que uno es omnipotente» La actitud de fondo de personas e iglesias que no están dispuestas a ser evaluadas encierra la ideas de… «Yo no necesito de nadie»(Como el que no va al médico) «Yo estoy bien» (Hasta que le da un paro cardíaco) «La Guía del Señor es suficiente» (Entonces para que enseña la Biblia que necesitamos de otros) Lo único que demuestran estas frases es que todavía estamos «en pañales» si queremos ver nuestras iglesias crecer. Que a pesar de decir que somos «simples colaboradores de la Obra de Dios» nos creemos mucho más que eso. De este ejemplo podemos entender con claridad que un colaborador no tendrá problemas en evaluarse ya que él simplemente es uno mas que aporta. Pero cuando nos creemos más que colaboradores, (jefes de la obra) la evaluación atenta contra «nuestra obra» y especialmente contra nuestro ego. Hemos dejado de ser simples colaboradores. (1ra. Corintios 3.9) Los ejemplos Bíblicos están muy lejos de nuestra actitud de creer que no necesitamos de la evaluación de los demás. Jesús se dejó evaluar por sus discípulos cuando les preguntó ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Pedro se dejó evaluar por Jesús a fondo cuando él le preguntó tres veces ¿me amas? Pablo se dejó evaluar por su iglesia después de su trabajo misionero. Apolos se dejó evaluar por Priscila y Aquila antes de ser un instrumento para Dios. Una de las actitudes que más valoramos en nuestro grupo de líderes es esta: Dejarse evaluar y reconocer rápido los errores. Esto es lo que detiene a una persona o una iglesia para poder crecer. Cuanto más le cueste incorporar esta actitud más tiempo estará estancada, más tiempo repetirá errores y más tiempo seguirá viendo poco fruto para la Obra de Dios. La manera más directa de empezar a crecer es poder mirarnos con honestidad, hacer una evaluación seria de nuestra realidad como iglesia y comenzar el tratamiento lento (asimilación lenta de nuevos ingredientes o vitaminas que fortalezcan nuestro cuerpo) o la decisión dolorosa (hay situaciones donde hay que cortar por lo sano) que mejore nuestra salud. Y cuando el cuerpo es sano simplemente crece.
Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.
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