Cuando nuestro Señor Jesucristo dijo «Ustedes me serán testigos en Jerusalem (su ciudad), en Judea (su provincia), en Samaria (otras ciudades alejadas) y hasta lo último de la tierra (pueblos no alcanzados)» estaba realizando una declaración de misión para el grupo de personas que Él lideraba. Es interesante notar que mientras en el mundo secular se reconoce cada vez mas a Jesús como un ejemplo de liderazgo ejemplar, en no todas nuestras iglesias se da este reconocimiento. Esto se ve claramente en que reconocemos a Jesús como autor de nuestra Salvación y Señor de nuestras vidas en muchos aspectos, pero cuando como líderes debemos transmitir a las iglesias que Él nos ha dado cual es la misión que El nos encargó, hemos adoptado otras prioridades, hemos incluído nuestros propios deseos y lo que es más grave, hemos puesto a un costado la declaración de misión que de manera tan simple Jesús nos ha transmitido. Esto no tiene que ser un motivo para que nos serruchemos las venas ya que no somos ni el primer equipo de trabajo que se desorienta acerca de cual es verdaderamente su propósito ni el primer barco que pierde el rumbo en altamar, pero tendría que servirnos para pensar en porque muchas veces sentimos y experimentamos que no alcanzamos el potencial que Dios espera de nosotros como su equipo aquí en la tierra y podría ayudarnos a enderezar nuestro barco y colocarlo rumbo al puerto que Jesús nos indicó en Hechos 1.8 Según Bennis y Nanus sugieren: «Si hay una chispa de genio en la función del liderazgo, esta se encuentra en la capacidad trascendente (dada por Dios) para armar una visión claramente articulada del futuro (La Misión) que sea a la vez simple, fácil de comprender, alcanzable y motivadora» (1) Esto es lo que Jesús hizo en Hechos 1.8, delineó la misión de la Iglesia de tal manera que el evangelio se extienda desde el punto donde se encuentra cada iglesia hasta lo último de la tierra. La visión que El nos dejó define claramente nuestro futuro como Iglesia en varios aspectos: 1) En nuestro barrio: Nuestro testimonio (ser testigos) debe ser claro y creciente en nuestro lugar. (Nuestra Jerusalem). Las células fuera del edificio (hogares) son la herramienta adecuada para acercarnos a cada vecino, alcanzar a los perdidos para Cristo y conservar los resultados a través del discipulado personal y el cuidado de «unos a otros» en grupos pequeños. 2) En los barrios a nuestro alrededor: Nuestro testimonio naturalmente irá alcanzando personas fuera de nuestro barrio, en barrios donde no hay una iglesia cristiana. El hecho de dar testimonio (ser testigos) continuamente nos llevará (a veces intencionalmente o otras no) a alcanzar personas fuera de nuestro barrio. (Esto es por que no siempre sabemos donde vive la persona a quien estamos testificando y otras veces porque nuestras relaciones o contactos se encuentran fuera del barrio de nuestra iglesia) Esto está dentro del plan natural de Jesús para extender su Obra. Tal vez lo que nos falta es reconocer que este es un medio por el cual Dios permite que su obra penetre en otros barrios, asumir nuestra responsabilidad por conservar esos resultados fuera de nuestro barrio, invertir líderes de célula que se muevan a iniciar células en esos barrios hasta formar grupos base de 20 o 30 adultos y plantar iglesias locales. A esto le llamamos Plantar iglesias de manera natural a través del crecimiento de las células. Estaremos en este punto logrando lo que Jesús esperaba de nosotros cuando dijo «En Judea y Samaria). 3) Hasta lo último de la tierra: Algunas iglesias (20% a 40% del total, depende la denominación) están dando el ejemplo de que el mandato de Jesús de «Ir hasta lo último de la tierra» no solo es posible sino que es el camino que cada iglesia puede seguir para hacer su aporte obediente a la Misión en esta etapa. Para alcanzar esta etapa se necesita visión, obediencia y determinación. Cada pastor o líder es responsable de no recortar la Misión que Jesús nos dejó. El argumento de que esta etapa es nuestra responsabilidad recién cuando hemos completado las anteriores es un engaño de Satanás para mantener al mayor porcentaje de las iglesias de nuestro país con la mirada puesta en su propio ombligo. Cualquier iglesia que se desafíe a si misma a obedecer a Jesús y hacer realidad esta tercera etapa descubrirá que Dios es fiel a aquellos que son fieles a la Misión Global que Jesucristo nos trazó. En nuestra experiencia, la Conferencia Misionera Anual ha sido la herramienta que nos ha servido para desafiar y concretar de una manera práctica el realizar nuestro aporte al sostén de misioneros que lleguen «hasta lo último de la tierra». Conclusión: Hay algunas ideas que pueden ayudarnos a intentar trabajar de acuerdo a la Misión que Jesús nos mandó. 1) La Misión fue realizada: La iglesia primitiva (vea el libro de Hechos), concretó en su tiempo esta misión. Trabajó en ocasiones intencionalmente (Hechos 13) y otras Dios la tuvo que mover (Hechos 8). Todos sabemos que sus resultados fueron asombrosos. Su primer ejemplo debería guiarnos por lo menos a intentarlo. 2) La Misión es posible: Muchas iglesias están demostrando en el presente que Dios ha dado a la iglesia el potencial necesario para realizar esta Misión. Pensar en menos puede indicar desconfianza en Dios, egoísmo o estar priorizando nuestros planes antes que los de Dios. 3) La Misión es simultánea:La iglesia de Jesucristo está preparada para trabajar en: a) El crecimiento de la iglesia local. b) Plantar nuevas iglesias. c) Enviar Misioneros hasta lo último de la tierra. de manera simultánea, si no fuera así Jesús no nos hubiera dicho las palabras en las que estamos meditando. Creo que ninguno de nosotros cree que Jesús nos mandó a hacer algo que estaba fuera de nuestras posibilidades. 4) La Misión trae bendición: Como ocurre con todo acto de obediencia, éste genera bendición. Pero cada iglesia deberá tomar sus propias decisiones de fe, como dice Rick Warren «uno puede delegar todas las cosas menos una, creerle a Dios.» (2) Cada iglesia deberá decidir si se arremanga para trabajar de acuerdo a la Misión que Jesús nos dejó o decide otro camino. En nuestra propia experiencia de crecimiento creemos que haber decidido desde un primer momento intentar trabajar de acuerdo a sus palabras es una razones por las cuales Él nos permitió ver su poder. Justamente el año 2002 en que nosotros concretamos nuestro accionar en los tres campos (Trabajar para el Crecimiento Local, Trabajar para Plantar iglesias y Trabajar para Enviar Misioneros) Dios nos bendijo con más de 50 nuevos miembros, alcanzando una membresía que nuestra iglesia nunca tuvo en su historia. A este hecho lo podemos definir de dos maneras: Casualidad o Bendición como resultado de la Obediencia. ¿ usted que cree ?
Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert
Notas: (1) Buchholz, Como crear un equipo de alto rendimiento, Atlántida, Buenos Aires, 1987 (2) Rick Waren, Liderazgo Auténtico, Articulo.