Cuando observamos el crecimiento de la iglesia no podemos dejar de considerar algunas claves que están presentes en esta situación. Más allá de diferentes formas de encarar la tarea o misión que Jesús nos encargó hay dos aspectos que no faltan cuando seguimos creciendo.
Estos dos aspectos tienen que estar siendo vividos a diario por las personas que forman la iglesia. Y tienen que ver justamente con los dos mandamientos más importantes que Jesús instituyó para sus discípulos, tiene que ver con los valores que rigen nuestra vida.
El primer mandamiento y más importante es «Amar a Dios con todo nuestro ser» y en relación directa con este mandamiento el primer aspecto que esta presente cuando hay crecimiento es la oración, la comunicación continua y fluida con nuestro Padre, para guiarnos, fortalecernos y en esta comunión vivir y dar fruto.
El segundo aspecto tiene que ver con el segundo mandamiento más importante «Amar al prójimo como a nosotros mismos» y expresar este amor en el modo diario de vivir. Es a través de nuestro testimonio vivo (actitudes, acciones, palabras) que sumamos al crecimiento de la iglesia.
Porque entre los recursos para el crecimiento de la iglesia el más importante e imprescindible son las personas
las vidas de los cristianos que en comunión diaria con su Padre interceden por los perdidos y por medio del testimonio de su diario vivir generan en los demás el interés de descubrir lo que Dios hizo en nosotros que nos hace diferentes.
Desde lo más sencillo, desde abajo, desde los que todos tenemos: nuestra propia vida es la herramienta para ver el crecimiento de la iglesia, si realmente vivimos como Dios nos enseña y espera que vivamos.