Crecimiento de la Iglesia: Cerrando ‘La Puerta de Atrás’

Crecimiento de la Iglesia: Cerrando ‘La Puerta de Atrás'

Cerrando 'La Puerta de Atrás': La Clave para el Crecimiento de la Iglesia

En el mundo de hoy, donde las iglesias están comprometidas en atraer a nuevos miembros, hay un desafío silencioso que a menudo se pasa por alto: la retención de quienes ingresan. ¿Qué podemos hacer para que más personas permanezcan en nuestras congregaciones y se conviertan en miembros activos de nuestra familia espiritual?

La Realidad del Crecimiento de la Iglesia: Desafíos de Integración y Retención

Hace poco tiempo, me encontré con un estudio profundo que abarcó mil iglesias en todo el mundo. Lo que más me llamó la atención fue una conclusión que resonó con fuerza: en la mayoría de las iglesias, con un rango de miembros que va desde 50 hasta 200, se incorporan, en promedio, 32 personas cada año. Pero aquí está la parte que nos hace reflexionar: la misma cantidad de personas se va por lo que se ha llamado «La Puerta de Atrás«.

¿Te has preguntado alguna vez cuánto crecería una iglesia en cinco años si pudiera retener a la mitad de las personas que se unen? Es una pregunta interesante, ¿verdad? Pero antes de responder a esto, debemos plantearnos otra cuestión esencial: ¿Cuál es el problema que realmente debemos resolver para que la Iglesia experimente un crecimiento sostenido?

A menudo, nuestros esfuerzos se concentran en atraer a más personas a la iglesia, pero nosotros creemos firmemente que el verdadero desafío radica en la integración estable de aquellos que ingresan por nuestras puertas.

Priorizando el Crecimiento Espiritual: Más Allá de los Eventos Vistosos

Mientras los eventos evangelísticos continúan uno tras otro, a veces pasamos por alto el proceso lento pero vital de formar, cuidar y nutrir a los nuevos creyentes en Cristo. ¿Alguna vez has notado que no siempre vemos la misma vitalidad y entusiasmo en las personas cuando los invitamos a un festival evangelístico musical que cuando les ofrecemos la oportunidad de visitar semanalmente a un nuevo convertido, brindándoles la enseñanza y el apoyo que necesitan durante varios meses para convertirse en cristianos firmes?

Entonces, nos preguntamos a nosotros mismos, ¿estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de hacer discípulos, enseñándoles a obedecer todo lo que Jesús nos ha mandado, incluso cuando no se trata de tareas públicas y vistosas con carteles y luces?

La realidad es que, si no abordamos honestamente este problema, seguiremos organizando eventos sin ver un crecimiento duradero. Todos compartimos el deseo de buscar a los perdidos, pero antes de hacerlo, debemos asumir la responsabilidad de cuidar y nutrir a las nuevas vidas que nacen en Cristo. El desafío es brindar a cada nuevo creyente las mismas oportunidades que Dios nos otorgó cuando nacimos en su amor.

El Rol Fundamental del Discipulado y las Células en el Cuidado Espiritual de la Iglesia``

En nuestra búsqueda por resolver este enigma, nos planteamos la pregunta fundamental: ¿Qué nos proporciona Dios para cuidar a su pueblo? La respuesta es simple: «Cuidado personal a través de una familia de padres responsables, donde podemos crecer juntos.»

Es hora de cambiar la perspectiva. La clave para el crecimiento de la Iglesia radica en dos elementos esenciales: el discipulado personal y las células. Cuando una iglesia integra estos dos componentes (el cuidado personal a través del discipulado y el cuidado familiar a través de grupos pequeños), ofrece a todas las personas que ingresan un lugar donde no se sienten como extraños, sino como miembros de una familia en desarrollo.

Reconocemos que, en el pasado, enfrentamos dificultades para retener a aquellos que aceptaban a Cristo en sus vidas. Pero ahora, sabemos que necesitamos un sistema que nos permita recibir y nutrir a cada nueva persona que Dios envía a nuestras puertas. Así como un niño recién nacido necesita padres responsables y una familia amorosa para crecer sano, nuestros nuevos convertidos también necesitan este apoyo.

Maximizando el Crecimiento de la Iglesia a Través del Discipulado Personal y las Células

Las iglesias deben estar preparadas y estructuradas para recibir a nuevas personas, para cuidar de ellos y ayudarles a crecer en su fe. Debemos cerrar la «Puerta de Atrás«. En lugar de centrarnos exclusivamente en eventos llamativos, debemos abrazar la tarea silenciosa y anónima de enseñar a cada individuo todas las cosas que Jesús nos ha mandado.

El desafío es real, pero es posible. La diferencia comienza con el discipulado personal y continúa con las células. Hemos comprobado en estos últimos tres años que aquellos que reciben atención personalizada no solo se integran, sino que también crecen al punto de convertirse en discipuladores por sí mismos en poco tiempo.

Las células, al ser espacios informales y acogedores, permiten que las personas crezcan sin temor y se conviertan en miembros activos de la gran familia de Dios que es la Iglesia. Así que es hora de equilibrar nuestro trabajo, reducir la ostentación de los eventos y comenzar la tarea silenciosa pero poderosa de guiar a cada persona hacia el crecimiento en Cristo.

Juntos, podemos cerrar la «Puerta de Atrás» de nuestras queridas Iglesias y dar la bienvenida a una comunidad en crecimiento. Extendamos nuestras manos y corazones a aquellos que entran por nuestras puertas y ofrezcámosles un verdadero hogar espiritual.

 

Un abrazo en Cristo.

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Tito Robert
Tito Robert

Tito Robert es un experimentado pastor con más de 20 años de trabajo en proyectos ministeriales enfocados al Crecimiento de la Iglesia. Su entusiasmo y pasión por Dios, así como por los no alcanzados, impulsan su labor constante. Su objetivo es claro: ayudar a pastores, líderes y denominaciones en alcanzar sus metas en el llamado de Dios y servicio a la comunidad local y UNIDOS cumplir el propósito misional de llevar el evangelio a todos los pueblos aun NO ALCANZADOS.

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