Vemos a través de los años el proceso que vivió la iglesia desde su origen (bíblico) hasta nuestros días. Y vemos también los altibajos: crecimiento y estancamiento a lo largo del tiempo. Esto nos lleva a reflexionar sobre el secreto para que este proceso de crecimiento sea continuo y no se obstaculice.
Hay evidencias de un proceso que es eficaz, sano, y efectivo en muchas iglesias en todo el mundo.
Como la palabra lo indica un proceso significa la acción de ir para adelante a través del tiempo.
En el proceso de desarrollo y crecimiento de la iglesia vamos hacia delante a través del tiempo en la obediencia a mandatos como:
“Amar a Dios con todo nuestro ser” puesto en práctica en nuestro encuentro personal y diario con Dios,
“Me seréis testigos” puesto en práctica en la acción de compartir el mensaje del evangelio a nuestros amigos, vecinos,
“Hacer discípulos” puesto en práctica en el cuidado y enseñanza personal de la Palabra de Dios a las personas que aceptan a Jesús,
y así podríamos continuar… solo que, como muchas otras cosas que la Palabra de Dios nos enseña, es difícil obedecer y más llegar a asimilar estos mandatos y hacerlos parte de nuestra vida diaria.
Tenemos que revisar si vamos hacia delante obedeciendo lo que Dios planeó para el desarrollo y crecimiento de la iglesia o si al estar enfocándonos en otras acciones estamos en un tiempo de estancamiento o retroceso.
Como todos los seres vivos lo evidencian el desarrollo y el crecimiento se logra por medio de procesos que llevan tiempo. La iglesia como organismo vivo (cuerpo de Cristo) también logrará continuar su desarrollo y crecimiento por medio del proceso de ir hacia delante poniendo en práctica los mandatos que Dios nos dejó a través del tiempo.