Dios siempre esta obrando en este mundo para alcanzar a los perdidos y esta invitando a personas a participar con Él en su obra. Para participar cada líder de célula debe asumir la actitud de siervo, la misma que tuvo Cristo, lo que requiere de parte nuestra de humildad y obediencia. ¿Cómo crecemos en esta actitud?
Cuando nos ofrecemos a Dios para ser sus siervos, lo primero que Dios desea es transformarnos en el instrumento que Él necesita para su obra. Dios siempre trabajará primero en nosotros en forma personal transformándonos en un líder eficaz, antes de obrar por medio nuestro.
Sabemos que con nuestro propio esfuerzo no vamos a poder hacer nada de valor para el reino de Dios, nosotros haremos lo que Dios nos ordena hacer pero Él es quien obra a través nuestro.
Elías, Pedro, Juan, fueron personas comunes, sencillas, que se humillaron para ser siervos de Dios. Lo que los hizo extraordinarios fue la relación con Dios y la actividad de Dios en sus vidas. Toda persona, líder, que establece una relación íntima con Dios puede verlo hacer cosas excepcionales a través de su vida.
Dios quiere que seas la persona que Él planeó que fueras al crearte y que le permitas hacer todo lo que desee a través de ti.
No midas tu éxito o el de tu iglesia según los criterios humanos, porque a los ojos de Dios puede ser totalmente inaceptable. Un líder de célula o una congregación puede verse insignificante a los ojos del mundo pero estar consagrada a Dios por completo agradándole y siendo parte de la visión que Jesús tuvo de su iglesia.
Si te sientes débil, limitado, con dificultades como discípulo y de poco valor, eres el mejor candidato mediante el cual Dios puede obrar, si permites que Dios moldee tu vida y estas dispuesto a ser utilizado por Él.