Reunidos los líderes de célula compartimos lo vivido en la semana y gratamente nos gozamos en saber que han asistido personas nuevas, que han aceptado a Cristo como su Salvador, que los recién bautizados invitan a sus familiares, que hay gente viajando de otros barrios para venir a una célula y nos sorprendemos por la tarea que crece…
Aunque, sinceramente, la sorpresa últimamente se esta haciendo repetida. Y refuerza las ganas de seguir sirviendo el ver la obra de Dios en las personas y la paz que tenemos aún en medio de los problemas que surgen. Porque las personas que se acercan vienen cargadas de situaciones difíciles, familiares, laborales, de salud, chicos en riesgo, adicciones, etc. lo que hace que necesitemos invertir más tiempo, trabajo, aún dinero para ayudar en alimentos, medicinas.
Pero lo que más nos sorprende son las oportunidades que Dios nos da, las puertas de hogares que abre, los corazones de las personas necesitadas y comprobamos que Dios quiere impactar la ciudad donde vivimos, los barrios donde le servimos, por medio de las vidas que esta transformando.
Cada líder de célula tiene situaciones de victorias y de necesidades para compartir
personas que necesitan cuidado y otras que ponen en práctica este cuidado. Cada integrante de la célula es atendido, discipulado y ellos mismos invitan a otros a compartir la palabra de Dios.
Simplemente por un equipo de
líderes de iglesia que guían a su grupo a enfocarse cada semana en las personas
cuidando a los que ya han creído y compartiendo con otros que todavía no saben del amor de Dios.
Dios bendice la obediencia, sin grandes recursos, con personas comunes, en medio de situaciones difíciles, pero con la clara visión de hacer lo que Él hizo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Lucas 19:10