Hagan el árbol bueno y el fruto será bueno.
Los resultados (frutos) que obtenemos como iglesia son una
consecuencia natural del carácter de la semilla que estamos
sembrando.
Trabajar enfocados en eventos y programas no traerá
crecimiento hasta que nos animemos a llegar a cuestionar las
raíces de nuestro trabajo.
Cuestionarnos a nosotros mismos, nuestros valores,
nuestros modelos y nuestros propósitos es el punto de
partida para iniciar un camino directo
hacia el crecimiento de nuestras iglesias.
Si el fruto que estamos viendo no es el que esperábamos,
es evidente que debemos revisar las semillas que hemos sembrado.
Jesús utilizó la figura del árbol para ilustrar el reino de Dios (Mateo 13.31-32).
Identificamos tres elementos básicos que componen ésta figura.
La copa con sus frutos (resultados), el tronco (como canal de la savia), y las raíces (como fundamento).
El reino de Dios fue pensado para crecer y reproducirse como un árbol.
Vamos a meditar en aquellos elementos del árbol que son decisivos para su vida sana y creciente, llevando estas conclusiones a aplicaciones prácticas para nuestras iglesias, herramienta elegida por Dios para que su reino se extienda.
Mientras generalmente mantenemos nuestra mirada en la copa del árbol o sea en el fruto (los resultados) y en ocasiones bajamos a revisar el tronco (el canal), muy pocas veces nos animamos a revisar las raíces.
Los Frutos o Resultados esperados son:
1) Crecimiento en calidad y cantidad.
2) Reproducción de miembros e iglesias
3) Envío de misioneros.
Comenzamos desde los frutos, debido a que generalmente es donde nos enfocamos cuando deseamos ver en nuestras iglesias calidad y cantidad de miembros como así también reproducción de miembros e iglesias ya que lo contrario a reproducción es esterilidad.
Aquí es donde proponemos iniciar un recorrido inverso al mirar a la iglesia, debido a que nuestro enfoque en “los frutos” y la búsqueda de ellos por diferentes medios no nos han dado el resultado que esperábamos.
Las estadísticas marcan que el 80 % de las iglesias “no crecen” lo que indica que la búsqueda de “frutos” no ha dado los resultados deseados.
Para que el fruto llegue a producirse, es necesario que la savia corra por los canales apropiados (tronco/estructura).
Aquí descendemos un escalón en nuestra mirada y descubrimos la importancia de las estructuras, programas y métodos pero en función de que estén sirviendo como un canal apropiado para que la savia corra.
Sin embargo nuestra tendencia es a endiosar los métodos o estructuras y nunca revisarlos / las para ver si están cumpliendo con su propósito que es simplemente “ser una canal para que la savia llegue a los extremos y genere fruto”.
Por lo tanto debemos enfocarnos en revisar las raíces de nuestro trabajo.
Raíces / Principios
Valores, Procesos y Propósitos.
Llegamos al tercer escalón, que es donde se encuentra la verdad de nuestros ministerios. Las raíces que se generan por la semilla que sembramos en nuestras iglesias domingo a domingo con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestros hechos son determinantes para todo el futuro de la iglesia.
La funcionalidad de nuestras estructuras y el logro de ver reproducción de miembros e iglesias no depende de lo que sucede en los momentos públicos, sino en la semilla de ministerio que sembramos entre las personas a través de nuestras acciones diarias.
Las raíces de nuestro ministerio están formadas por nuestros valores, nuestra forma de trabajar y nuestros propósitos.
La importancia de estas raíces y cómo afectan la vida del árbol son las siguientes:
Valores: ¿ Cómo vivimos la Fe?
Todos nosotros tenemos valores interiores que determinan cómo utilizamos nuestro tiempo, nuestra energía y nuestros recursos. Evidentemente estas prioridades interiores determinan “cómo vivimos nuestra fe”, por lo tanto hasta que no revisemos cuales son nuestros valores personales no vamos a
poder soñar con cambios en la vida de nuestras iglesias porque la realidad de nuestras iglesias se encuentra basada en la manera cómo cada cristiano vive los valores de Dios.
Procesos: ¿Cómo trabajamos?
Dios a través de su palabra nos muestra cómo funciona, se desarrolla y crece el reino de Dios (Marcos 4.26-29). De manera simple él nos esta diciendo qué debemos hacer y cómo debemos trabajar.
Evidentemente si no prestamos atención a los principios que Dios diseñó para que su reino crezca no podremos ver los resultados que él quiere darnos.
Misión Global: ¿Qué quiere Dios que hagamos?
Nosotros no podemos alcanzar el propósito de Dios para nuestras iglesias si la guiamos a realizar la tarea según nuestras ideas En Hechos 1.8 Jesús declaro cual era su propósito para su iglesia. Con estas palabras él nos dice cual es el potencial que él sueña para su iglesia y adonde esta debe apuntar.
Con la plena confianza que Dios sigue deseando darnos crecimiento, nos lanzamos con humildad y esperanza a mirar una vez más nuestra realidad como iglesia, y a buscar y encontrar la respuesta a nuestros problemas e inquietudes.
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Equipo Ministerio Crecer