Uno de los obstáculos principales para el crecimiento de la iglesia
es la integración de las personas que van conociendo y aceptando a Cristo como su Salvador y Señor. La falta de integración, de sentirse parte de esta nueva familia espiritual hace que con el tiempo se alejen de Dios. ¿De qué forma la iglesia puede cambiar esta situación?
La Palabra de Dios misma nos da la respuesta cuando repetidas veces nos dice que la tarea completa no es sólo anunciar el evangelio sino hacer “discípulos”.
El cuidado personal y la relación de confianza con un grupo pequeño (célula) dará al recién nacido espiritual el entorno para crecer acompañado, atendido, aconsejado, enseñado paso a paso.
Esta tarea, en tantas Iglesias descuidada o minimizada, hace la gran diferencia. Si cada persona que por invitación personal, acudiendo a algún evento o por otra razón se acerca a la iglesia, entiende el mensaje y lo acepta, luego recibe el cuidado que necesita para crecer espiritualmente, irá paso a paso integrándose a la familia de la fe.
Alcanzar nuevas personas sin cerrar la puerta de atrás, por donde al tiempo salen como entraron, es gastar nuestra energía en vano.
Así no vamos a lograr el crecimiento de la iglesia
Es necesario junto con la obediencia en ir y predicar, asumir la responsabilidad del cuidado o discipulado personal de esas personas, para que permaneciendo en la fe veamos que nuestra iglesia crece.
Así veremos avanzar a nuestra iglesia en dos aspectos bíblicos y básicos: alcanzar a toda criatura (creciendo en nuestra comunidad) pero también por medio del discipulado y las células cuidando personalmente a cada uno de los que se agregan para que