Cuando Jesús construyó la iglesia ¿Qué fue lo más importante para él? ¿En qué era imprescindible estar ocupados?
Nuestras iglesias hoy ¿mantienen esa prioridad?
La iglesia fue formada para que fuese su cuerpo, El Cuerpo de Cristo que llevaría adelante la tarea que él encargó.
El desarrollo sano de una iglesia se pone de manifiesto en la participación de todos sus miembros (como parte del cuerpo de Cristo).
Una iglesia o cuerpo sano y en crecimiento es aquél que se mueve en su totalidad, trabaja unido y en armonía, colaborando unos con otros y todos sumando en lo más importante: ser herramientas para que más personas se reconcilien con Dios.
Somos iglesia cuando como cuerpo desarrollamos esta tarea. Jesús vino y murió para rescatar a las personas y nuestra función impostergable es continuar trabajando en esta dirección.
Muchas veces como iglesia nos vamos distrayendo y damos prioridad a un evento especial, a la construcción o remodelación del templo, al tiempo que disfrutamos juntos como hermanos en la fe y sin darnos cuenta relegamos la tarea principal que tenemos a cargo.
Si estamos enfocados en otras actividades que no priorizan el relacionarnos con las personas no creyentes, mostrar y compartir del amor de Dios con ellas, testificar, ayudar en sus necesidades; lamentablemente hemos olvidado lo más importante.
¿Cuántos de los miembros de nuestra iglesia están involucrados personalmente en contactar y atender a una persona que no conoce a Cristo? ¿Cuántas partes del cuerpo que es nuestra iglesia están activas en lo que Jesús nos mandó hacer?
Como iglesia, como cuerpo de Cristo, mantengamos la visión: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.