Vida de Fe o Vida de Sentimientos…
La frases se repiten de congregación en congregación…
«No me sentía bien por eso no fui a la iglesia»
«No fui a predicar porque no tenía ganas»
«Estaba bajoneado esta semana, por eso no fui a discipular»
«Las cosas del Señor hay que hacerlas cuando las sentís, sino sos un hipócrita»
Las expresiones de Pablo «el justo vivirá por la fe» o «lo vivo en la fe» nos parecen indicar formas de vivir la experiencia espiritual de distintas formas.
Mientras las expresiones de nuestros sentimientos van ocupando peligrosamente lugares en la adoración, en la práctica de los mandatos de Jesús, en la perseverancia en los trabajos de la Obra y en muchos terrenos más, no es desubicado mostrar con claridad que la vida de nuestros sentimientos no puede ocupar nuestra vida de fe y aún más, si esto no es visto con claridad por el cristiano hasta la vida de nuestros sentimientos puede llegar a quitarle el lugar a nuestra vida de fe.
Para apreciar este peligroso movimiento nos alcanza con ver a 300 jóvenes pasar emocionados al frente para ser misioneros y solo 22 asistir a una capacitación seria donde las ganas deben reemplazarse por compromiso.
Otro ejemplo simple es la cantidad de «entregas» en los santuarios de nuestras iglesias para luego ver que «en la semana» las tareas de «predicar y hacer discípulos» fueron reemplazadas por cualquier otra actividad.
Dios quiera que compartir algunos aspectos en los cuales la vida de fe y la vida de sentimientos se mezclan y parecen lo mismo sirva para librar a alguien (a mí primero) de estar confundiendo la vida de sentimiento con la vida de fe.
1) La Voluntad de Dios
En Hebreos 5.8-9 la Palabra nos muestra que Jesús «por lo que padeció aprendió la obediencia» y vino a ser autor de salvación para nosotros.
Esto nos muestra que para vivir en la voluntad de Dios y hacerla los lindos sentimientos (que en los momentos de padecer desaparecen) no pueden servirnos de guía o referencia.
Generalmente la vida de sentimientos se caracteriza por ser obediente cuando «se siente bien» pero cuando se va el deseo, se va también la actividad de obediencia a Dios.
La vida de fe (como la de Cristo) se caracteriza por la obediencia (aun padeciéndola) que se mantiene cuando los sentimientos nos han abandonado.
2) Nuestra mirada
«Puestos los ojos en Jesús» significa que es Él y sus palabras simples el lugar donde debemos mantenernos mirando fijamente.
Cuando nuestra mirada se mueve hacia lo que sentimos podemos hacer de los deseos y sentimientos nuestro centro.
3) Forma de vida
La forma de vida de una persona de fe es estable, firme y segura (no en sus circunstancias sino en su experiencia) porque se mantiene mirando a Dios (que no cambia) pero la vida sentimientos nos lleva a vivir en altibajos, inestables e inseguros ya que al mirar continuamente «nuestros sentimientos» y estos ser inestables e inseguros parecen devolvernos la idea de que nuestra vida es así.
La mirada puesta en Dios permite ver que podemos cambiar de sentimientos pero no cambiar de conducta o convicciones ya que la confianza para vivir estos aspectos se encuentra centrada en Dios.
4) El propósito del Cristiano
Muchos cristianos creen que el propósito de Dios para ellos es que ellos sean felices.
Sin embargo, la Palabra de Dios hace un fuerte hincapié en que Dios nos hizo para Él.
Esto se refleja en que nosotros hagamos su voluntad, «hacer su voluntad» nos coloca frente al desafío de la obediencia, que no es un desafío intelectual (aunque nuestro pensar influye) ni un desafío emocional (aunque las emociones pueden ayudar) sino un desafío que colocando al intelecto y las emociones en su lugar da lugar a la voluntad con la asistencia del Espíritu Santo
a responder en libre albedrío regalado por Dios al hombre de una manera personal y responsable.
El propósito para los discípulos de Jesús ha quedado registrado en Mateo 28.18-20, Marcos 16.15 y Juan 15.16, donde no hay mucho lugar a las formas en que pensemos o sintamos sino un fuerte énfasis en realizar tareas simples que demuestren nuestro amor.
Como dijera Jesús en Juan 15.21 «Si me aman, hagan lo que yo digo», dejando en claro que para Él, los sentimientos se expresan en los hechos y no tanto en las palabras o las canciones.
En la segunda parte de este artículo profundizaremos un poco más este movimiento de nuestra vida espiritual que puede hacernos creer que vivimos una vida espiritual mientras lo único que hacemos es danzar y correr detrás de nuestros propios sentimientos.
Luchemos para que Dios nos permita avanzar en vidas de fe auténticas que revolucionen nuestra existencia, nuestras familias, nuestras células, nuestras Iglesias y nuestro país.
Tito Robert (Pastor)
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